10 verdades incómodas sobre Haití
A la memoria del profesor Juan Bosch, quien admiró y respetó al pueblo haitiano.
Desde que nacimos como naciones, las relaciones entre Haití y República Dominicana han estado marcadas por la desconfianza, los estereotipos y los prejuicios en ambos lados de la isla. Pero la explotación de la mano de obra haitiana para nuestra agricultura y la construcción, generó la necesidad de justificar esa explotación, promoviendo un relato que presentaba a Haití como “el mayor peligro para el país”, y a los haitianos como seres inferiores. Ese discurso que se expandió bajo la dictadura de Trujillo prevalece hoy en día a pesar de que no tiene base histórica, ni está sustentado en datos verificables. Con el ánimo de ayudar a aclarar las informaciones falsas y las conclusiones incorrectas, es que presentamos estas 10 verdades, que nos permitirán ver con mayor racionalidad, la realidad de dos naciones obligadas a compartir una isla y un destino.
Verdad No.1
No somos simples vecinos como Cuba o Puerto Rico, somos una extraña forma de siameses, con diferente genética y cultura, que compartimos algunos órganos vitales comunes, lo que hace imposible que podamos separarnos. Lo anterior agravado por el hecho de que estamos pegados por la espalda, lo que dificulta que nos veamos de frente y nos aceptemos el uno al otro sin prejuicios. Vernos diferente, es una ilusión falsa y evasiva que impide llegar a soluciones pragmáticas y objetivas, acerca de una realidad irreversible, impuesta por la geografía y la historia.
Verdad No.2
En el país no hay una “invasión” de 2 millones de haitianos. La Segunda Encuesta Nacional de Inmigrantes arrojó que, en 2017 había 570,933 inmigrantes en República Dominicana. De esa cantidad 497,825 nacieron en Haití (87.2%), los restantes 73,107 migrantes proceden de otros países. Además, hay 253,325 nacidos en República Dominicana cuyos padres son de origen haitiano. Sumando ambas cifras la cantidad total de haitianos ya sean por migración o por descendencia suman 751,150. Es bueno explicar que en la metodología usada se entrevistaron a un total de 223,528 personas. Esa cantidad excede por mucho las 1200 muestras de una encuesta ordinaria, lo que la convierte prácticamente en un censo haciéndola confiable y segura. Entonces, fuera de estos datos científicos confiables, cualquier cifra basada en el instinto o en una apreciación visual, carecería de certeza y credibilidad y no contribuiría en nada a la comprensión real del problema.
Verdad No.4
Los beneficios de la inmigración haitiana exceden con mucho los gastos en ellos. Los análisis económicos de la migración demuestran que el país receptor de migrantes es el ganador de la migración, pues gana el consumidor al comprar productos más baratos, gana el empresario al pagar salarios más bajos, y gana el Estado al recibir impuestos indirectos a través del consumo de los migrantes. Aunque también, puede que con la inmigración aumente el desempleo de los locales, se depriman los salarios y se pierdan incentivos para la introducción de tecnologías. Pero si el migrante sólo ocupa los trabajos que desprecia el trabajador nativo, sería un aporte y no una competencia perjudicial.
Verdad No.5
El tema haitiano no genera votos, ni da liderazgo, ni gana elecciones. Las estadísticas electorales y las encuestas demuestran, que los partidos que han usado el tema haitiano como bandera, no han crecido y han quedado muy a la zaga en los procesos electorales. Y aunque el tema aparezca en las encuestas como preocupación ciudadana, por lo general esa preocupación no se traduce en votos ni en liderazgo. De hecho, ni los dos grandes partidos de nuestra historia reciente (el PRD y el PLD), ni sus líderes históricos, se prestaron a usar el tema haitiano como arma política, a sabiendas, de que ese tema divide el país, hiere al pueblo y al gobierno haitiano, daña nuestra reputación en el exterior, estimula sentimientos negativos en nuestros conciudadanos y nos hace ver como insensibles ante la desgracia del pueblo haitiano.
Verdad No.7
Contratar mano de obra inmigrante haitiana y luego negarle sus derechos laborales es inhumano, contraproducente e ilegal. En primer lugar, viola la dignidad humana consagrada en los tratados internacionales y en nuestra Constitución, estimula el abuso y la explotación, nos degrada como sociedad civilizada, se perpetúa la pobreza entre los migrantes, y se generan guetos de miseria llenos de resentimientos que pueden terminar en violencia. Además, le da credibilidad a la idea de que en el país hay xenofobia y discriminación, nos expone a sanciones internacionales y nos quita legitimidad en la defensa de los derechos de nuestros propios migrantes en el exterior.
Verdad No.9
La imposición por parte de la “comunidad internacional” de un modelo político y de sociedad que no se corresponde con su realidad histórica ni con su idiosincrasia, impide el desarrollo de Haití. Intentar imponer una “democracia” al estilo occidental en un país con estructuras capitalistas mínimas, con una economía de subsistencia, con un Estado infuncional y con más de la mitad de su población bajo la línea de pobreza y sin instrucción escolar, no sólo es un absurdo histórico que estimula el caos y el desorden, sino también una retranca que impide crear las reales instituciones económicas y políticas que liberen el potencial de un país, que al igual que el nuestro, es rico en recursos naturales, potencial turístico, abundantes recursos humanos, una importante diáspora, una importante aunque dispersa clase intelectual y profesional y una ubicación geográfica privilegiada. Sólo falta el concierto de fuerzas progresistas internas y externas para que se libere su potencial de desarrollo, y la República Dominicana tiene que ser parte esencial de ese concierto por el bien de Haití y de nosotros mismos.
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